
En busca del pueblo con más encanto sobre la geografía española: nos hemos ido hasta Castilla-La Mancha para llamar al orden a los destinos rurales más masificados, y dejar paso a estos pueblecitos que vienen a nuestra memoria cuando necesitamos una escapada bucólica de paz y tranquilidad; rodeados de casas de adobe, caminos de piedra y muros ajedrezados. Añádele unas croquetas caseras o unas migas con chorizo, el bizcocho de tu abuela y la mejor compañía. Esta selección de pueblos hará las delicias de los viajeros rurales que quieran quedarse hasta el vermut del domingo, como mínimo, y conocer algunas joyas de la región castellano manchega.
ATIENZA, GUADALAJARA
En pleno Camino del Cid, Atienza es un pueblo que no pasa desapercibido. En otro tiempo, no obstante, parece que no cautivó demasiado al califa de Córdoba, que lo entregó a cambio del califato. Atienza sigue fortificada desde entonces, y hoy en día merece la pena perderse por los corredores del castillo y sus medievales calles, donde el tiempo parece haberse detenido ante sus menos de 500 habitantes.
Píldora curiosa: Su fiesta de la Caballada, declarada de interés turístico nacional, para conmemorar la liberación del rey de Castilla a finales del S.XII, Alfonso VIII, gracias a un grupo de arrieros.
Imprescindible: El castillo con su torre del homenaje, del S. XII.
PRIEGO, CUENCA
Los rigores del tiempo han dejado huella en Priego, que se abre paso entre el valle por la Serranía. En sus calles te dejará embelesado el contraste de las pintorescas fachadas de sus casas, mientras disfrutas de la terraza de la plazoleta principal, con una tradicional fuente de piedra presidiendo el entorno. Bullicio en la plaza, descanso vespertino y solsticio al terminar el día charlando con los vecinos, mientras se termina de hacer una tortilla guisada. ¿Te animas?
Píldora curiosa: Priego pertenece a las localidades de la Ruta del Mimbre, con grandes artesanos alfareros.
Imprescindible: El Torreón de Despeñaperros, una fortaleza árabe.
ALMAGRO, CIUDAD REAL
En el corazón de la Mancha está Almagro, donde puedes perderte entre los vestigios arquitectónicos que vieron su máximo esplendor con la Orden de Calatrava. Retrocede en el tiempo y asiste a un espectáculo de emociones en su famoso Corral de Comedias, el único que queda del XVII. La plaza mayor es un homenaje a la época, con hileras de ventanales en color verde. Toda la ciudad está amurallada, quizás te cueste tanto entrar como salir. O quieras quedarte a disfrutar.
Píldora curiosa: Fabrican un artesanal encaje de bolillos, y cocinan un plato de berenjenas típico delicioso.
Imprescindible: El humedal de las Tablas de Daimiel, declarado Parque Nacional.
CONSUEGRA, TOLEDO
Los molinos de vientos son icónicos en Consuegra, que recuerda a los paisajes manchegos que describió Cervantes, escoltando al castillo. Allí puedes asistir a visitas teatralizadas, la manera más entretenida de conocerlo. Para continuar la tarde, puedes descansar en cualquier rincón de la plaza, sintiendo la solemne tranquilidad de La Mancha. También hay varios restaurantes tradicionales, que sirven platos de la zona, como el ciervo en salsa.
Píldora curiosa: La fortaleza de los impenetrables muros del castillo, siendo necesario romper 7 puertas para llegar al núcleo central.
Imprescindible: El Edificio San Gumersindo, de estilo castellano-mudéjar.
HELLÍN, ALBACETE
En Hellín todos los detalles saltan a la vista, como un conjunto histórico para los que buscan autenticidad y encanto arquitectónico. Aquí te puedes dejar encantar por el arroyo Minateda, conocido por su arte rupestre, la Cueva de la Camareta o el parque arqueológico. Si quieres un poco de inspiración, lánzate a hacer la ruta del Agua o el camino de Aníbal.
Píldora curiosa: ¿Sabes lo que es el cuchifrito? Pruébalo y desayuna ligero.
Imprescindible: El Santuario de Nuestra Señora del Rosario, antigua ermita mudéjar con aportaciones barrocas.
CIFUENTES, GUADALAJARA
Cifuentes está bañada por los manantiales del afluente del Tajo, y en un principio la bautizaron como Cien Fuentes. La lucha por la plaza marcó su andadura y los estilos en la arquitectura cuentan toda la historia: románico, gótico, barroco y renacentista. Te recomendamos, como siempre, que lo unas a una experiencia gastronómica en alguno de los restaurantes de la zona, que sirven morteruelos, migas o perdiz escabechada.
Píldora curiosa: Cifuentes es la cuna de la Princesa de Éboli, de la familia de los Mendoza.
Imprescindible: Museo de Arte Contemporáneo Santo Domingo.
OROPESA, TOLEDO
Oropesa derrocha historia y tradición, presentándose como una sempiterna villa medieval con interesantes obras como el Palacio Condal o el antiguo Ayuntamiento. Si quieres involucrarte al máximo en tu visita manchega, Oropesa es un destino fundamental en la Ruta de La Vera, la Ruta de la Cerámica o la Ruta del Bordado. Pero tenemos que mencionar las estupendas Jornadas Medievales, con Pasacalles, representaciones teatrales, guiñol o recitado de romances.
Píldora curiosa: Su origen se asocia con la mitología, al parecer Oróspedo Aránculo llegó con los ejércitos de Hércules en 1716 a. C. y la llamó Oróspeda.
Imprescindible: La fachada del Parador.
ALCALÁ DEL JÚCAR, ALBACETE
Uno de nuestros viajeros lo define como «un enclave digno de las mejores panorámicas», y no le falta razón, porque en Alcalá del Júcar todo sorprende: el cañón de Júcar, el castillo, el majestuoso puente sobre el Júcar o la parroquia de San Andrés. La experiencia queda completa al visitar la cueva de Masagó o la cueva del Diablo, excavadas en la roca, que albergan un museo variopinto con cuadros, animales disecados o artesanía de la zona.
Píldora curiosa: Su puente medieval era el Camino Real para pasar de Castilla a Levante.
Imprescindible: La cueva de Masagó y la cueva del Diablo.
VILLAFRANCA DE LOS CABALLEROS, TOLEDO
Villafranca de los Caballeros es uno de esos pueblos que combinan naturaleza y turismo rural, de los que te acuerdas los lunes por la mañana. Situado en una reserva natural protegida, es un entorno ideal para hacer una escapada con tus amigos o en pareja. Coge unos bocadillos y equípate de motivación para hacer una de las sendas ecológicas que ofrece, como la ruta de Laguna de la Sal o la ruta de Don Quijote. Tampoco dejes de visitar sus ermitas y la casa-museo de Tía Angelita.
Píldora curiosa: La localidad ofrece guisos casi medievales como el guisao con pelotillas y los grañones.
Imprescindible: La ermita del Santo Cristo de Santa Ana
PASTRANA, GUADALAJARA
No se puede hablar de Pastrana sin mencionar sus sobrecogedores páramos y valles, en la inmensidad del río Tajo y los embalses colindantes. Algunos lo llaman «villa-museo», y ya se ha despuntado como experiencia rural de primer nivel, a combinar con la visita a la ciudad visigoda de Recópolis, muy cerca de Pastrana. En su entrelazado de calles para soñar con otro tiempo destacan las yeserías musulmanas, los conventos con sus patios y los olivares.
Píldora curiosa: En Pastrana confluyen tal variedad de estilos que se aprecian inscripciones árabes y hebreas, perfecto para los especialistas en estudios de lingüística diacrónica.
Imprescindible: La Subida al Calvario, con vistas que quitan el hipo.
CAMPO DE CRIPTANA, CIUDAD REAL
Campo de Criptana es un clásico de patrimonio histórico, arqueológico y artístico en nuestra geografía. No sabemos si tiene encanto o simplemente «engancha», porque no das abasto visitando ermitas como la de Veracruz, o joyas del pasado como la Casa de los Tres Cielos, un icono de las viviendas-cueva del pueblo. También hay que mencionar la Casa del conde de Cabezuelas. Si te quedan fuerzas, acude a la Fiesta de la Santísima Virgen de Criptana estas Pascuas.
Píldora curiosa: Las Bodegas de Castilblanque, antiguo referente que se ha restaurado y oferta cursos de cata, enología y vinicultura.
Imprescindible: El Cerro de la Paz y el Albaicín Criptano.
BELMONTE, CUENCA
En Belmonte puedes empezar por el Castillo, una joya gótica con pinceladas mudéjares, que se ha restaurado como museo. Durante la visita te acompañan personajes de la época, por si te pierdes. Si acudes en fiestas patronales, seguro que no te quedará un minuto libre; nos cuenta una viajera que son en agosto y septiembre y no les falta detalle: verbenas, misas, procesiones, almonedos, tómbola, el pregón o el chupinazo. Visita también la Colegiata, las ermitas y los palacios del infante D. Juan Manuel y Buenavista.
Píldora curiosa: El molino ‘El Puntal’, como museo etnográfico que también hace moliendas.
Imprescindible: El castillo y la Colegiata de Belmonte.
AYNA, ALBACETE
Rebautizada como «La Suiza Manchega», Ayna es un pueblo que lleva en pie desde el Paleolítico, y lo puede demostrar con sus pinturas rupestres de la Cueva del Niño. Una vez que sucumbes a las tentaciones gastronómicas y te das a conocer en las fiestas y encierros, te queda por ver la ermita de Ntra. Sra. de los Remedios, el castillo de la Yedra o la Plaza Mayor. Para los más atrevidos, el Mirador del Diablo es un regalo para los sentidos.
Píldora curiosa: Sus casas están apretujadas y unas con otras, para provechar la ladera del monte San Urbán, dejando exquisitos rincones.
Imprescindible: La ermita de Ntra. Sra. de los Remedios, con un espectacular artesonado mudéjar.
SIGÜËNZA, GUADALAJARA
Dicen que Sigüenza se puede visitar en un día, pero debe de ser madrugando. Nada más llegar, el paisaje te envuelve hasta la cautivadora Catedral, donde está enterrado el Doncel, que llegaba muy bien a fin de mes y le pudieron construir un profuso sepulcro. Te animamos a dejarte transportar por tu imaginación en el entramado de calles, con tintes medievales y las travesañas del casco antiguo. Las puertas de las murallas también son dignas de mención, como la de los Toriles o el Arco del Portal Mayor.
Píldora curiosa: Vete corriendo al Convento de las Clarisas a comer dulces y pastas artesanales.
Imprescindible: Visitar el castillo en las Jornadas Medievales.
ALARCÓN, CUENCA
Alarcón fue en otro tiempo un asentamiento estratégico de defensa, con miraderos y una fortaleza amurallada para no dejar pasar a ninguna visita non grata. Hoy se ha convertido en un pueblo medieval que no decepciona, y se puede combinar con una estancia en el parador del castillo. Adéntrate por la Puerta del Campo, la del Calabozo o la del Bodegón, culminadas por la Torre del Homenaje. El recuerdo de batallas y conquistas ha quedado grabado en su foso natural y su atalaya. Y además, en Alarcón se come muy bien.
Píldora curiosa: El centro de arte pintura mural de Jesús Mateos, con interesantísimos frescos.
Imprescindible: El castillo y la iglesia de Santa María.
Hasta aquí podemos leer. Ahora te toca a ti coger los bártulos y salir de esa rutina que te atrapa para liberarte en estos enclaves rurales que seguro que te dejarán encantado, o encantada.
Autor: Alicia Pérez
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